UN LÁPIZ DE LABIOS PARA DIBUJAR LA MUERTE
JOSÉ FRANCISCO VENTURA
Víspera de Navidad. Una empleada de unos grandes almacenes yace muerta sobre la cama de su dormitorio: “En el lugar del pecho, donde podría encontrarse el corazón, aparecía un círculo dibujado con un lápiz de labios de color rojo; del mismo centro manaba un hilo de sangre que manchaba la sábana”.
El día de Año Nuevo, encuentran, en el dormitorio de una suite del hotel Palace, el cadáver de un joven inmigrante: “Un muchacho atractivo y atlético, de poco más de veinte años, con el mismo círculo dibujado en su pecho, con un lápiz de labios de color rojo”.
Pocos días después, es localizado, en el Parque del Retiro, el cuerpo sin vida de una prostituta: “El comisario observó el rostro de la mujer…Seguía con los ojos abiertos, fijos en la tierra, con esa quietud que ofrece la muerte, como si antes de que se produjera hubiera visto su presencia”.
El comisario José Lucas, un veterano policía, desencantado y hastiado de la vida, tras la muerte de su esposa, se enfrenta a un asesino en serie, un fantasma que le conduce al abismo, a un túnel sin salida, al pesimismo.
En los dos primeros casos, el asesino ha utilizado el mismo modus operandi para cometer los crímenes y la misma arma homicida. Un objeto muy peculiar que desconcierta y asombra al comisario y también al forense, porque no existen antecedentes. En el primer crimen está implicada la amante de la fallecida, en el segundo se sospecha de un diputado. La presencia del político convierte el segundo caso en una cuestión de Estado.
El tercer asesinato no guarda, en principio, ninguna relación con los dos anteriores, pero el crimen también se ha cometido de una forma muy singular y novedosa, lo que hace sospechar al comisario que se trata del mismo autor.
De repente, aparece un libro y un personaje misterioso que se hace llamar Zalacaín, cuya vida se cruzó con la de José Lucas en el pasado, siendo adolescentes. Y todo cambia. Pero ¿quién es Zalacaín? ¿Es un hombre o una mujer? En ese libro, el asesino anuncia que busca una cuarta víctima para completar su obra diabólica y perversa. Y el comisario sabe quién es.
Un lápiz de labios para dibujar la muerte es un apasionante thriller pero también el relato de una época de la historia de este país y se enmarca en la tradición de las novelas negras estadounidenses escritas por Raymond Chandler, Dashiell Hammett y James Ellroy.
JOSÉ FRANCISCO VENTURA
Víspera de Navidad. Una empleada de unos grandes almacenes yace muerta sobre la cama de su dormitorio: “En el lugar del pecho, donde podría encontrarse el corazón, aparecía un círculo dibujado con un lápiz de labios de color rojo; del mismo centro manaba un hilo de sangre que manchaba la sábana”.
El día de Año Nuevo, encuentran, en el dormitorio de una suite del hotel Palace, el cadáver de un joven inmigrante: “Un muchacho atractivo y atlético, de poco más de veinte años, con el mismo círculo dibujado en su pecho, con un lápiz de labios de color rojo”.
Pocos días después, es localizado, en el Parque del Retiro, el cuerpo sin vida de una prostituta: “El comisario observó el rostro de la mujer…Seguía con los ojos abiertos, fijos en la tierra, con esa quietud que ofrece la muerte, como si antes de que se produjera hubiera visto su presencia”.
El comisario José Lucas, un veterano policía, desencantado y hastiado de la vida, tras la muerte de su esposa, se enfrenta a un asesino en serie, un fantasma que le conduce al abismo, a un túnel sin salida, al pesimismo.
En los dos primeros casos, el asesino ha utilizado el mismo modus operandi para cometer los crímenes y la misma arma homicida. Un objeto muy peculiar que desconcierta y asombra al comisario y también al forense, porque no existen antecedentes. En el primer crimen está implicada la amante de la fallecida, en el segundo se sospecha de un diputado. La presencia del político convierte el segundo caso en una cuestión de Estado.
El tercer asesinato no guarda, en principio, ninguna relación con los dos anteriores, pero el crimen también se ha cometido de una forma muy singular y novedosa, lo que hace sospechar al comisario que se trata del mismo autor.
De repente, aparece un libro y un personaje misterioso que se hace llamar Zalacaín, cuya vida se cruzó con la de José Lucas en el pasado, siendo adolescentes. Y todo cambia. Pero ¿quién es Zalacaín? ¿Es un hombre o una mujer? En ese libro, el asesino anuncia que busca una cuarta víctima para completar su obra diabólica y perversa. Y el comisario sabe quién es.
Un lápiz de labios para dibujar la muerte es un apasionante thriller pero también el relato de una época de la historia de este país y se enmarca en la tradición de las novelas negras estadounidenses escritas por Raymond Chandler, Dashiell Hammett y James Ellroy.
JOSÉ FRANCISCO VENTURA
Víspera de Navidad. Una empleada de unos grandes almacenes yace muerta sobre la cama de su dormitorio: “En el lugar del pecho, donde podría encontrarse el corazón, aparecía un círculo dibujado con un lápiz de labios de color rojo; del mismo centro manaba un hilo de sangre que manchaba la sábana”.
El día de Año Nuevo, encuentran, en el dormitorio de una suite del hotel Palace, el cadáver de un joven inmigrante: “Un muchacho atractivo y atlético, de poco más de veinte años, con el mismo círculo dibujado en su pecho, con un lápiz de labios de color rojo”.
Pocos días después, es localizado, en el Parque del Retiro, el cuerpo sin vida de una prostituta: “El comisario observó el rostro de la mujer…Seguía con los ojos abiertos, fijos en la tierra, con esa quietud que ofrece la muerte, como si antes de que se produjera hubiera visto su presencia”.
El comisario José Lucas, un veterano policía, desencantado y hastiado de la vida, tras la muerte de su esposa, se enfrenta a un asesino en serie, un fantasma que le conduce al abismo, a un túnel sin salida, al pesimismo.
En los dos primeros casos, el asesino ha utilizado el mismo modus operandi para cometer los crímenes y la misma arma homicida. Un objeto muy peculiar que desconcierta y asombra al comisario y también al forense, porque no existen antecedentes. En el primer crimen está implicada la amante de la fallecida, en el segundo se sospecha de un diputado. La presencia del político convierte el segundo caso en una cuestión de Estado.
El tercer asesinato no guarda, en principio, ninguna relación con los dos anteriores, pero el crimen también se ha cometido de una forma muy singular y novedosa, lo que hace sospechar al comisario que se trata del mismo autor.
De repente, aparece un libro y un personaje misterioso que se hace llamar Zalacaín, cuya vida se cruzó con la de José Lucas en el pasado, siendo adolescentes. Y todo cambia. Pero ¿quién es Zalacaín? ¿Es un hombre o una mujer? En ese libro, el asesino anuncia que busca una cuarta víctima para completar su obra diabólica y perversa. Y el comisario sabe quién es.
Un lápiz de labios para dibujar la muerte es un apasionante thriller pero también el relato de una época de la historia de este país y se enmarca en la tradición de las novelas negras estadounidenses escritas por Raymond Chandler, Dashiell Hammett y James Ellroy.