LOS NIÑOS AMARILLOS
HÉCTOR MIGUEL MARTÍNEZ CONDE
Este hombre sí que fue alguien curioso. Genio, egolatra, antisemita; se propuso a reinventar la ópera como “Obra de Arte Total “. La tragedia, la salvación, la épica. Sus apuestas en escena eran tan ostentosas y su música tan abrumadora que los médicos del siglo XIX hablaban del delirio Wagneriano. Músicos, actores, cantantes o espectadores que caían bajo este efecto provocaba en ellos histeria, locura, megalomanía y a veces hasta muerte. Con esto me quedo de este hombre que tanto me ha conmocionado. Quiero ser un artista como el pero quizás no haga algo igual o parecido. De todos modos y en su honor con este coro nupcial se ha de consumar esta unión.
No me siento realmente bien, lo que debió ser una fiesta de graduación terminó siento una fiesta de sangre, música y bailes. Pues los amarillos están ahí tomados de la mano bailando al son de esta pieza mas felices de lo que en mi vida les había visto.
La edad de 21 años es terrible. A día de hoy no se ni lo que quiero y menos porque termine haciendo lo que acabo de hacer. Me excuso con la idea de que lo merecían pero yo se que esto es totalmente falso. Estoy todo tembloroso y no por la fuerza aplicada, tiemblo y siento nervios por como se dibuja una sonrisa en mi rostro. Como si sintiese satisfacción.
¿En serio este es mi camino? ¿Este es mi destino? ¿Nací para esto? Malditos Amarillos burlones. Creo que les odio aunque sean gran parte de mi, pero no es un odio cualquiera es un sentimiento terrible e impotente, agonizante y punzante.
No se puede odiar a quien no se puede destruir.
HÉCTOR MIGUEL MARTÍNEZ CONDE
Este hombre sí que fue alguien curioso. Genio, egolatra, antisemita; se propuso a reinventar la ópera como “Obra de Arte Total “. La tragedia, la salvación, la épica. Sus apuestas en escena eran tan ostentosas y su música tan abrumadora que los médicos del siglo XIX hablaban del delirio Wagneriano. Músicos, actores, cantantes o espectadores que caían bajo este efecto provocaba en ellos histeria, locura, megalomanía y a veces hasta muerte. Con esto me quedo de este hombre que tanto me ha conmocionado. Quiero ser un artista como el pero quizás no haga algo igual o parecido. De todos modos y en su honor con este coro nupcial se ha de consumar esta unión.
No me siento realmente bien, lo que debió ser una fiesta de graduación terminó siento una fiesta de sangre, música y bailes. Pues los amarillos están ahí tomados de la mano bailando al son de esta pieza mas felices de lo que en mi vida les había visto.
La edad de 21 años es terrible. A día de hoy no se ni lo que quiero y menos porque termine haciendo lo que acabo de hacer. Me excuso con la idea de que lo merecían pero yo se que esto es totalmente falso. Estoy todo tembloroso y no por la fuerza aplicada, tiemblo y siento nervios por como se dibuja una sonrisa en mi rostro. Como si sintiese satisfacción.
¿En serio este es mi camino? ¿Este es mi destino? ¿Nací para esto? Malditos Amarillos burlones. Creo que les odio aunque sean gran parte de mi, pero no es un odio cualquiera es un sentimiento terrible e impotente, agonizante y punzante.
No se puede odiar a quien no se puede destruir.
HÉCTOR MIGUEL MARTÍNEZ CONDE
Este hombre sí que fue alguien curioso. Genio, egolatra, antisemita; se propuso a reinventar la ópera como “Obra de Arte Total “. La tragedia, la salvación, la épica. Sus apuestas en escena eran tan ostentosas y su música tan abrumadora que los médicos del siglo XIX hablaban del delirio Wagneriano. Músicos, actores, cantantes o espectadores que caían bajo este efecto provocaba en ellos histeria, locura, megalomanía y a veces hasta muerte. Con esto me quedo de este hombre que tanto me ha conmocionado. Quiero ser un artista como el pero quizás no haga algo igual o parecido. De todos modos y en su honor con este coro nupcial se ha de consumar esta unión.
No me siento realmente bien, lo que debió ser una fiesta de graduación terminó siento una fiesta de sangre, música y bailes. Pues los amarillos están ahí tomados de la mano bailando al son de esta pieza mas felices de lo que en mi vida les había visto.
La edad de 21 años es terrible. A día de hoy no se ni lo que quiero y menos porque termine haciendo lo que acabo de hacer. Me excuso con la idea de que lo merecían pero yo se que esto es totalmente falso. Estoy todo tembloroso y no por la fuerza aplicada, tiemblo y siento nervios por como se dibuja una sonrisa en mi rostro. Como si sintiese satisfacción.
¿En serio este es mi camino? ¿Este es mi destino? ¿Nací para esto? Malditos Amarillos burlones. Creo que les odio aunque sean gran parte de mi, pero no es un odio cualquiera es un sentimiento terrible e impotente, agonizante y punzante.
No se puede odiar a quien no se puede destruir.