LEJAIM

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JOSÉ FERNÁNDEZ TOLEDO

Después de dejar ser, los poemas de José Toledo, uno piensa que son los versos de un poeta en su madurez, tanto en el estilo como en lo conciso de su sentir sobre los asuntos de la vida, que atraen su sensibilidad y las enormes ganas de explicitar sus emociones más reales y consistentes.

Después de dejar ser a estos poemas y que se aposenten en nuestro interior, nos damos cuenta que sería un error catalogarlos de algún u otro modo.

No son sus versos poemas de madurez, ni de estilo, ni complacientes en la verbosidad fatua de una cultura, que busca su rendición mientras agoniza en consabidas palabras, ya de sobras conocidas y, por lo tanto, estatuarias.

Estos versos respiran la vitalidad de un nacimiento, de un valor, de un enfrentamiento colosal con un ocaso.

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JOSÉ FERNÁNDEZ TOLEDO

Después de dejar ser, los poemas de José Toledo, uno piensa que son los versos de un poeta en su madurez, tanto en el estilo como en lo conciso de su sentir sobre los asuntos de la vida, que atraen su sensibilidad y las enormes ganas de explicitar sus emociones más reales y consistentes.

Después de dejar ser a estos poemas y que se aposenten en nuestro interior, nos damos cuenta que sería un error catalogarlos de algún u otro modo.

No son sus versos poemas de madurez, ni de estilo, ni complacientes en la verbosidad fatua de una cultura, que busca su rendición mientras agoniza en consabidas palabras, ya de sobras conocidas y, por lo tanto, estatuarias.

Estos versos respiran la vitalidad de un nacimiento, de un valor, de un enfrentamiento colosal con un ocaso.

JOSÉ FERNÁNDEZ TOLEDO

Después de dejar ser, los poemas de José Toledo, uno piensa que son los versos de un poeta en su madurez, tanto en el estilo como en lo conciso de su sentir sobre los asuntos de la vida, que atraen su sensibilidad y las enormes ganas de explicitar sus emociones más reales y consistentes.

Después de dejar ser a estos poemas y que se aposenten en nuestro interior, nos damos cuenta que sería un error catalogarlos de algún u otro modo.

No son sus versos poemas de madurez, ni de estilo, ni complacientes en la verbosidad fatua de una cultura, que busca su rendición mientras agoniza en consabidas palabras, ya de sobras conocidas y, por lo tanto, estatuarias.

Estos versos respiran la vitalidad de un nacimiento, de un valor, de un enfrentamiento colosal con un ocaso.