EUTIMIA
MARÍA ABOY OUBEL
Historia retorna a su pueblo natal para llevar a cabo las prácticas de su especialidad: la Psiquiatría.
Su eterna evasión de la mesura y el control, aunque egosintónica, termina por guiarla irremediablemente al origen de un velado recuerdo: el accidente de sus padres. No obstante, su mente parece haberlo olvidado. Únicamente la inervación del tacto, su sentido más agudizado, logra apaciguar la erupción de sus demonios.
La intelección de que no es única la realidad, sino que depende de la arista del prisma desde la cual se contemple, constituye el índice de que en el océano del caos a todos nos ata la locura.
MARÍA ABOY OUBEL
Historia retorna a su pueblo natal para llevar a cabo las prácticas de su especialidad: la Psiquiatría.
Su eterna evasión de la mesura y el control, aunque egosintónica, termina por guiarla irremediablemente al origen de un velado recuerdo: el accidente de sus padres. No obstante, su mente parece haberlo olvidado. Únicamente la inervación del tacto, su sentido más agudizado, logra apaciguar la erupción de sus demonios.
La intelección de que no es única la realidad, sino que depende de la arista del prisma desde la cual se contemple, constituye el índice de que en el océano del caos a todos nos ata la locura.
MARÍA ABOY OUBEL
Historia retorna a su pueblo natal para llevar a cabo las prácticas de su especialidad: la Psiquiatría.
Su eterna evasión de la mesura y el control, aunque egosintónica, termina por guiarla irremediablemente al origen de un velado recuerdo: el accidente de sus padres. No obstante, su mente parece haberlo olvidado. Únicamente la inervación del tacto, su sentido más agudizado, logra apaciguar la erupción de sus demonios.
La intelección de que no es única la realidad, sino que depende de la arista del prisma desde la cual se contemple, constituye el índice de que en el océano del caos a todos nos ata la locura.