Devan Amorgui

Cuando una genuina y cándida esperanza es atravesada por un venablo fortuito de desconfianza, el alma de esta criatura esperanzada aparece de improviso plantada en un desierto. Flor desolada y abandonada a su suerte. Entonces el alma grita horrorizada al borde del abismo. Pide que se apiade de ella la muerte. El florido ornato de la vida se turba, una tormenta de arena arremete y el vértigo se ensaña con la Flor día y noche...

Anterior
Anterior

Noelia Aguilar Pérez

Siguiente
Siguiente

Ricardo Raúl Cauthin Aramayo