Devan Amorgui
Cuando una genuina y cándida esperanza es atravesada por un venablo fortuito de desconfianza, el alma de esta criatura esperanzada aparece de improviso plantada en un desierto. Flor desolada y abandonada a su suerte. Entonces el alma grita horrorizada al borde del abismo. Pide que se apiade de ella la muerte. El florido ornato de la vida se turba, una tormenta de arena arremete y el vértigo se ensaña con la Flor día y noche...